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Del contexto, la violencia, y la relación agresor-víctima

La necesidad de la consideración de los contextos en relación al conocimiento filosófico es imperiosa; la forma de aplicar un conocimiento en distintas circunstancias es, por si mismo, una forma de conocimiento. Esto resulta particularmente importante frente al conocimiento Védico, donde fácilmente se extraen citas y comentarios, los cuales pueden resultar (bajo la visión de un observador inmaduro) contradictorios e incluso en oposición con la razón. El Vedanta sūtra 1.1.4 nos da la solución: tat tu samanvayat; lo cuál significa que el conocimiento Védico debe ser considerado de forma armónica, integrada y tras una profunda deliberación. Esto nos sugiere la necesidad de contemplar los distintos aspectos de la realidad, y no solo una parte aislada. Un tema muy importante a considerar de esta forma es la relación víctima-victimario; sin considerar la integración del conocimiento, tendremos una peligrosa visión parcial del asunto. Recientemente, uno de mis maestros espirituales mencionó “nadie puede hacerte/convertirte en una víctima”. Esto se alinea perfectamente con muchos estamentos del Veda, donde por ejemplo (Mahabharata, Santi parva, 115.3) se menciona que quien permanezca tolerante y sin ceder ante la ira, obtendrá los resultados positivos del agresor, y verá traspasados sus resultados negativos a tal ofensor. Así, podemos observar cómo el Veda nos sugiere el acto de la tolerancia frente a las agresiones hacia nuestra persona, desde la ecuanimidad y entendimiento. 

Sin embargo, ¿significa esto que debemos tolerar la violencia, justificándola a través de estas citas? ¿Deberíamos excusar al agresor sin un debido proceso? ¿Indican estos textos que quien ve vulnerados sus derechos y humanidad, y requiere la ejecución de la justicia, es negligente e ignorante por posicionarse como víctima? La respuesta es un rotundo NO. Los Vedas (ni los acharyas que los explican) no están sugiriendo la inacción o negligencia frente a la violencia o abuso. Sin ir más lejos, el mismo Bhisma, quien explica el verso previamente mencionado del Mahabharata, es profundamente sancionado por haber permanecido neutral en un acto de violencia (interesantemente en esta época, violencia que podría considerarse como violencia de género) hacia Draupadi. Draupadi, una gran trascendentalista, estaba siendo desvestida en una corte frente a muchas personas, incluido Bhisma, quien era quizás la más importante autoridad. Frente a esto, y por razones políticas, Bhisma sólo rehusó mirar. Esto es considerado, ¡hasta el día de hoy!, cómo una profunda injusticia, y cómo un comportamiento negligente de parte de una tremenda autoridad. Esto le valió a Bhisma profundos sufrimientos posteriores. 

De esta forma, existen muchas menciones en el Veda donde la pasividad frente a la violencia es fuertemente condenada. 

¿Como entonces reconciliamos estas dos posturas? La respuesta, que encontramos también en el Bhagavad Gita, es la idea de la acción consciente. Para actuar de forma consciente, es imperante librarnos de los condicionantes mentales, tales como la ira, la pasión, el apego, la aversión, etc. Entonces, cuando somos atacados, libres de los condicionamientos mentales, deberíamos actuar de tal forma de evitar la violencia. Acá es importante recalcar algo:

 

“La tolerancia y la ausencia de la ira no implican inacción y pasividad frente a la violencia”

 

Podemos, por ejemplo, libres de ira, defendernos de una agresión. Esto implica dejar el lugar, o incluso enfrentar (dentro de lo posible) al agresor. Más importante aún, es cuando nos referimos a la violencia ejercida hacia otras personas. Cada vez que actuamos de forma pasiva y neutral en relación a la violencia, estamos de hecho tomando parte del agresor, cómo lo hizo Bhisma frente al abuso de Draupadi. Entonces, debemos promover la ecuanimidad activamente opuesta hacia la violencia. Parte de aquella actitud activa pero tolerante, es la de cambiar el foco de crítica: solemos criticar a la víctima por “situarse” en tal posición, pero justificar al agresor por la “fuerza de las circunstancias”. Eso muestra el avance de Kali Yuga (la era de hierro), y nuestra falta de empatía frente al dolor ajeno. Por último, parte de la ecuanimidad que debe expresar alguien que busca el desarrollo de la consciencia, es la implementación de las sanciones apropiadas al victimario. Para el Veda, la sanción correcta y contextualmente aplicada, es una muestra de ecuanimidad hacia el agresor, pues permite la reducción de sus resultados negativos (vikarma). Esto es tarea fundamental de los lideres que están a cargo de los distintos grupos sociales, pero también es una tarea muy importante para los miembros de una sociedad reeducarse en estos temas, para impulsar cambios en líderes obtusos o negligentes. 

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